sábado, 12 de abril de 2008

Aprendiendo a coser a máquina


Nunca nadie se imaginaría a un Setter cosiendo a máquina. Pero si os digo la verdad, siempre he tenido esa espinita clavada. Cuando era pequeña me tiraba HORAS viendo coser a mis tías. A mi Tía Agus, modista de altura... nunca olvidaré los días que pasé con ella en su taller. Yo tendría 13 años. Me hizo en un santiamén un conjunto precioso para mi Barbie, a pesar de que a ella precisamente, no le sobraba el tiempo, pues era de las que dormía muy poquitas horas al día.

Luego mi tía Rosi, que también le daba a la máquina durante muchas horas, especialmente cuando desde casa, cosía para una marca de prendas de cuero. Nunca se me olvidará el sistema de cosido de las cazadoras. Primero se encolaban con pegamento las piezas, y luego se cosian. Me hizo un montón de estuches de cuero con los retales que le iban sobrando. Incluso mi Barbie volvió a renovar vestuario ¡con unos súper pantalones de cuero!


Hace tiempo heredé una de las máquinas de coser de mi tía Agus, (Q.E.D.): una Sigma del año de la polca a la que ella en su día le puso un motor. Estoy súper orgullosa de guardarla yo, es un recuerdo muy especial.


Mi suegra Mari me ha enseñado a coser a máquina. Ella también se ha dedicado al mundo de la costura (trabajó muchos años haciendo cortinas para una tienda, pero también es de las que te hacen desde una manteleria con vainicas hasta un trajecito de bebé).

Ella es la que me acaba de dar clases para entenderme con la máquina.... he aprendido a enhebrarla, a hacer la canilla, y a coser sin pillarme (por lo pronto) los dedos, y creo que por ahora, sólo me falta práctica. Mucha práctica.



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